jueves, 11 de agosto de 2022

LIZZIE (2018, Craig William Macneill)


El asesinato del matrimonio Andrew y Abby Borden fue en 1892 el equivalente al juicio de O.J. Simpson en 1994. Así como todos los ojos se posaron en el deportista, Lizzie Borden -la hija del Sr. Borden- también fue el centro de la atención, al ser considerada la principal sospechosa de haber asesinado con un hacha a su padre y su madrastra.

Este film debut del director Craig William Macneill es notable, con detalles muy interesantes y cuenta con dos estupendas protagonistas que llevan en sus hombros el desarrollo de esta historia; más que triste y trágica, oscura, misteriosa y sórdida.

Aunque la verdadera Lizzie fue absuelta, el guion gira sobre la premisa de que ella perpetró los asesinatos, coludida con su amante, la mucama de la casa. Aquí el asesinato es elevado al nivel de rito cotidiano, que es preparado con meticulosidad, como el ágape para unos invitados importantes. Soltera, enferma, reprimida y asaltada por una pasión inusitada, Lizzie encuentra en el crimen de sus padres, no solo una forma de liberarse del control patriarcal, sino de imponerse en una sociedad machista, de tomar el control de su vida, de su dinero y de sus deseos.

Cloe Sevigni retrata magistralmente a Lizzie. Dura, impertérrita, sin dramatismos, con la determinación y convencimiento de que el único modo de cambiar su vida es tomando acción y no lamentándose. Bridget, la mucama retratada por Kristen Stewart, es un tema aparte. Mucho se ha criticado la aparente inexpresividad actoral de Kristen, blandiendo como un lastre su participación en la saga "Twilight". En su review, publicado en la web de Rogert Ebert, la crítica Sheila O'Malley se refiere a este detalle de forma contundente: "Stewart tiene una relación con la cámara con la que muchas actrices solo pueden soñar. Su rostro contiene y expresa simultáneamente." Y es verdad. Ella puede expresar dolor y la más absoluta conmiseración con solo un rictus.

Lizzie y Bridget se acercan no solo por la pasión, sino por su condición de prisioneras en una sociedad que juzga y la que temen y aborrecen. Lizzie es presa de las apariencias y del control férreo de su padre que pone bridas a su fuerza interior, Bridget es víctima de su lugar en la sociedad y -en realidad- es la más desafortunada de la historia, siendo mujer, pobre y analfabeta. Cuando es interrogada como testigo del homicidio y el detective muestra su incredulidad, ante la declaración de no haber escuchado ningún ruido sospechoso, su respuesta duele. "Para alguien como usted, debe ser difícil concentrarse en su trabajo, Pero para mí, fregar un vidrio es tan fácil como respirar".

Lizzie adora a las palomas, quizás porque para ella son el emblema de una libertad que ella no puede tener. Les habla, las mima y siento que el momento en que su padre las degüella -muerta espiritual de la antigua Lizzie que trocará en asesina- es el detonador del crimen que vendrá después.

Es interesante como se usan los tiempos fílmicos para mostrar los asesinatos. Observas los cuerpos mutilados desde el principio y solo al final, puedes ver que sucedió antes de los gritos y la sangre. La escena donde la cámara se desplaza, desde el lugar en que Abby se arregla para salir hasta la esquina de la habitación, donde Lizzie espera desnuda y expectante con el hacha entre las manos, es perturbadora y brillante. Viene a nuestra mente ese verso que recita "la muerte vendrá desnuda y blanca como la nieve".

Una interesante propuesta de un director que tiene mucho por ofrecer.

VERENKA

 Tengo que dejar ir a la Carla que fue para poder aceptar a la que ahora es.